sábado, 8 de septiembre de 2012

1-4


4.

El Último esperaba junto al Portal. Innumerables seres habían cruzado frente a él, de un lado hacia el Otro. El Esperado se dirigiría hacia allí en algún momento, y era su misión impedir que cruzara.
De otro modo… mejor no pensar en eso.
De todos modos, el Esperado tardaría en llegar. Aún faltaban un par de años para que iniciara el Evento. O un par de días.
El tiempo se comportaba de maneras extrañas aquí.
El Último suspiró (o lo habría hecho, de tener aún un cuerpo físico) y se armó de paciencia.

1-3


3

El resto de tentativas de contacto vía Chatpal resultó lisa y llanamente inútil. Elvio tenia que cuidar su casa, los Lloveras tenían otros planes, y el resto estaba desconectado.
Habría que arreglarse con lo que había.
Nicolás T. (Nico) dejó a un lado su computadora y se dirigió al lienzo inconcluso que lo esperaba en el caballete, tal vez con cierto reproche. Pasó una mano por su ensortijado y castaño cabello, mordió sus uñas, bostezó y se acomodó las gafas. Después de todos estos gestos innecesarios, tomó una tiza pastel verde y empezó a remarcar la figura.
A medida que la obra iba tomando forma, su mente empezó a perderse en el trance creativo semiconsciente, en el que las barreras de su mente consciente se entreabrían para dejar trabajando al inconsciente. Nicolás ya sabía como funcionaba: si se dejaba a la mente subconsciente hacer todo el trabajo, llegaría un punto en que ésta tomaría el control y estropearía la obra. Pero si mantenía la mente consciente apenas lo justo para supervisar el proceso, el resultado saldría sin complicaciones.
Dejando a su mano cubrir el lienzo con los colores apropiados, empezó a divagar sobre los acontecimientos. Salida el sábado, con amigo, a ver el meteorito. Yankees del orto, detonando cosas peligrosas sobre nuestro cielo. Pero no había riesgos, ¿verdad? Aunque con el gobierno actual pocas cosas eran seguras.
La calle no era una de ellas.
Los informes sobre criminología –obtenidos de primera mano del corazón de Chimbas- apuntados eventualmente por Niko D. parecían reforzar esa idea.
Y si el gobierno no controla lo que pasa en el país, ¿quién puede asegurar que controlan lo que hacen los de afuera?
Pero no es eso.
Sintió una oleada de aprensión. El sábado. Algo va a pasar el sábado.
Era una idea infundada y por lo tanto, estúpida, pero no podía sacudírsela de encima. Lo intentó de todos modos, sacudiendo la cabeza. Levantó el rostro hacia el lienzo.
Estaba arruinado.
No, no exactamente, pero… eso no era lo que estaba dibujando. El nuevo dibujo se superponía completamente al anterior, como si nunca hubiera estado ahí. Sintió un escalofrío al mirarlo, dejando caer al suelo una tiza pastel negra que se partió en tres pedazos.
Culpando –tal vez arbitrariamente- al sueño, decidió abandonar el trabajo. Demasiado cansancio, pensó, dejando la habitación con el caballete detrás de sí. No se volvió a mirarlo de nuevo.